Raúl Fernández (41 años) acaba de inventarse un truco para que sus hijos salgan a la calle a pasear al perro sin hacer ruido y no molestar a los vecinos. Es «el juego del silencio». Consiste en coger los abrigos, ponerle el arnés a Roy (la mascota de la familia) y montarse en el ascensor haciendo el mínimo ruido posible. «El que gane tendrá un chupa-chups», les promete.
Gabriel (el pequeño, de 3 años), busca su abrigo mientras que Mar (4 años), acaricia a Roy. Vera, la mayor (5 años), permanece ocupada terminando de colorear un dibujo. Se lo enseña a su padre y le dice: «La he cambiado el color del pelo porque no tenía rotulador negro». Raúl acerca el papel a su cara y lo mira unos segundos: «¡Qué bonito, si has pintado una muñeca rosa! Parece la novia de D’Artacán. Venga, vámonos ya, que está oscuriciendo». Vera nos mira con gesto cómplice. Sabe que su padre apenas habrá distinguido unas pocas formas y colores del retrato, puesto que es ciego de un ojo y en el otro solo tiene un 5% de visión, aunque a ella eso parece darle igual.
Salen a la calle con Roy (que en realidad es un perro guía adiestrado por el propio Raúl) y empiezan a jugar. Al final, Raúl les compra un chupa-chups a los tres. Mientras, cuenta su historia. Hace tres años se divorció de su mujer, con quien se acababa de mudar a Madrid desde su Asturias natal. Su hijo pequeño era un recién nacido y él deseaba la custodia de los tres, pero la jueza encargada del caso se lo negó amparándose en su vista limitada. «Me negaron la custodia de mis hijos por mi discapacidad visual, como si no fuera capaz de cuidar de ellos. Llevo con este problema desde que tenía siete años y siempre he sido autosuficiente. Soy perfectamente capaz de desenvolverme. Y un ciego completo también», asegura.
La Asociación de Padres Divorciados asegura que se trata una discriminación «de libro»Harto de que nadie le hiciera caso, decidió pedir consejo a la Asociación de Padres Divorciados en Acción (PAMAC), que no dudan en definir su problema como un caso de discriminación «de libro». En la sentencia de la jueza se puede leer, de forma expresa, que «el padre adolece de una deficiencia visual que le dificulta para hacerse cargo de tres niños tan pequeños, motivo por el cual se considera más beneficioso para los tres menores que permanezcan juntos bajo la custodia materna». Raúl se enerva cada vez que lo cuenta. «Ahora resulta que no puedo hacerme cargo de ellos. Entonces que me expliquen cómo me las apaño los martes, jueves y fines de semana que me dejan verlos», comenta.
«Soy de fuera y estoy solo en Madrid. No tengo a nadie. Únicamente a mis hijos«, afirma. Su reclamación, sin embargo, no es un grito en el vacío. Aparte de las protestas de PAMAC, otras asociaciones como el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) llevan tiempo reclamando al Ministerio de Justica medidas para que la discapacidad no suponga en ningún caso discriminación o trato desfavorable en las decisiones judiciales sobre custodia de los hijos. Según este colectivo, son «muy numerosas» las quejas de padres y madres por este tipo de asuntos.